El aceite de canola es un aceite vegetal muy utilizado que aparece en aproximadamente el 10% de las calorías de la dieta estadounidense promedio. Si bien a menudo se comercializa como una opción saludable para el corazón, su producción y efectos son más complejos de lo que sugiere la simple publicidad. Este artículo analiza la ciencia detrás del aceite de canola, separando los hechos del marketing y ofreciendo una visión clara de sus beneficios, riesgos y cómo encaja en una dieta saludable.
La historia de la canola: de la colza tóxica al aceite moderno
El aceite de canola no siempre existió. Es un producto relativamente nuevo, desarrollado en la década de 1970 por científicos canadienses. La planta de colza original contenía compuestos tóxicos, por lo que no era apta para el consumo. Mediante cría selectiva, los científicos crearon la planta “canola”, que carece de estos glucosinolatos dañinos y de ácido erúcico. Esta intervención fue necesaria para que el aceite fuera seguro para el consumo humano.
Cómo se elabora el aceite de canola: refinación y sus compensaciones
La mayor parte del aceite de canola que se vende en Estados Unidos se somete a un intenso proceso de refinación. Este proceso de varios pasos utiliza altas temperaturas, blanqueadores y disolventes químicos como el hexano para mejorar el color, el sabor y la vida útil. Si bien es eficaz, el refinado elimina los nutrientes protectores como la vitamina E y los polifenoles, lo que disminuye su valor nutricional.
El proceso de refinación también genera preocupaciones sobre la exposición al hexano. El hexano es una neurotoxina que puede afectar la salud humana. Aunque los niveles en el aceite terminado están regulados, el proceso en sí plantea dudas sobre la exposición a largo plazo.
Beneficios potenciales para la salud: lo que dice la ciencia
El aceite de canola puede ofrecer algunos beneficios, aunque muchos estudios utilizan versiones sin refinar, a diferencia del aceite altamente procesado que usa la mayoría de los consumidores. Algunas investigaciones sugieren que el aceite de canola sin calentar puede mejorar los factores de riesgo de enfermedades cardíacas.
Por ejemplo, un estudio de 2021 sobre mujeres con síndrome de ovario poliquístico mostró que aquellas que consumían 25 gramos de aceite de canola sin calentar al día obtuvieron mejores proporciones de triglicéridos y colesterol que aquellas que usaban aceite de oliva o girasol. Sin embargo, un estudio de 2020 encontró que el aceite de oliva refinado es más eficaz para reducir la inflamación en personas con factores de riesgo de enfermedades cardíacas. Estos hallazgos resaltan la diferencia crítica entre los aceites refinados y sin refinar.
El aceite de canola también es una fuente de vitamina E, un antioxidante vital para la función inmune y la salud del corazón. Una cucharada aporta el 16% de la ingesta diaria recomendada. Sin embargo, el refinado reduce los niveles de vitamina E, lo que hace que el aceite sin refinar sea una mejor fuente.
El lado oscuro: grasas trans y desequilibrio de omega-6
A pesar de sus beneficios, el aceite de canola tiene desventajas. Calentarlo repetidamente (común al freír) genera grasas trans dañinas, relacionadas con enfermedades cardíacas. Un estudio de 2022 demostró que calentar repetidamente el aceite de canola aumentaba el contenido de grasas trans en más de un 200%.
Otra preocupación es la proporción de omega-6 y omega-3. Las dietas occidentales ya contienen un exceso de omega-6, lo que promueve la inflamación. El aceite de canola tiene un alto contenido de omega-6 y un bajo contenido de omega-3, lo que agrava este desequilibrio. Los expertos recomiendan una proporción entre 1:1 y 4:1; Las dietas modernas suelen exceder la relación 20:1.
Elegir grasas más saludables: qué priorizar
El aceite de canola no es intrínsecamente malo, pero no debería ser un alimento básico. Mejores opciones incluyen aceite de oliva, aguacates, nueces, semillas y pescado graso. Dar prioridad a las grasas enteras y no procesadas sobre los aceites vegetales refinados es un paso sencillo hacia una mejor salud.
Si usa aceite de canola, elija versiones sin refinar cuando sea posible y evite cocinar repetidamente a altas temperaturas. Una dieta equilibrada con diversas fuentes de grasas es crucial para el bienestar a largo plazo.
Conclusión: El aceite de canola es un producto alimenticio complejo con beneficios potenciales y riesgos reales. Comprender su producción, su proceso de refinamiento y su impacto en el cuerpo es clave para tomar decisiones dietéticas informadas. Si bien no es intrínsecamente perjudicial con moderación, priorizar las grasas enteras y no procesadas es un enfoque más inteligente para la salud a largo plazo.
